viernes, 30 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y CINCO

La fiebre y el miedo siempre van juntos ahora. Yo sabía que esto tenía que llegar, aunque no sabía cuándo. Ha llegado y espero tumbada a que este dolor en el pecho sólo sea un dolor en el pecho. Espero tumbada a que este no poder respirar sólo sea no poder respirar ahora. Nada más.
No quiero mirar la pared. No quiero mirar el techo. Mire a donde mire veo focos, agujas, sangre y un rumor sutil de algo acercándose, a lo lejos, cuando cierro los ojos. Un antiguo recuerdo de algo blanco y frío que me encerraba sola y tiraba la llave, lejos de todos, y me dejaba así, a solas con el vaho de una respiración cada vez más débil, cada vez más parca, cada vez más triste. Un cuerpo más, frío, en un sitio lleno de cuerpos fríos.
Es algo tan simple y tan ridículo. Pero como un perro de Pavlov, yo salivo con tan solo reconocer la vibración en el aire que produce el olor de la mano que me ofreció una galleta. Una galleta.

Y aquí estoy, salivando. No pasa nada, me digo, no me voy a ahogar, nada de esto va a doler, y si duele, no dolerá a solas, puedo dormir si quiero, sólo tengo que estar así, mirando, palpando con los ojos el espacio de una habitación sin número en la puerta, sin cristal y sin horario de visitas, llamándome estúpida, e intentando, también, además, incluso, comprenderme.

lunes, 26 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y CUATRO

Tengo que ir a la peluquería. Tengo que ir a la peluquería. Tengo que ir a la peluquería. Me lo repito como un mantra, en primera y tercera persona.
Tienes que ir a la peluquería. Tienes que ir a la peluquería. Tienes que ir a la peluquería. Me lo repito, cada día, cada tarde, una y otra vez. Tienes que ir a la peluquería.

Sería capaz de estudiar un curso de peluquería para no tener que ir, nunca más, a la peluquería.

Nunca me atrevo a confesar lo mucho que me cuesta ir a la peluquería. Un día un buen amigo me dijo que él tenía que beberse cuatro cervezas negras (lo dijo así, "negras") antes de ir a la peluquería.

Entonces supe que no estaba sola.

Pero de eso hace ya años. Ahora, necesito apoyo de nuevo.

O un güisqui doble.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y TRES

1º de ESO:

Yo, caminando entre las mesas, me detengo al lado de J., a quien acabo de conocer (como a los demás) y del que me llama mucho la atención su letra:

- J., esa letra... No se entiende. Eso no puede ser, hay que mejorarlo...

Y J., que tiene once años y es simpático, listo, espabilado... deja de escribir y, suspirando, dice lo siguiente:

- Ya lo sé, profe... Pero es que llevo toda mi vida escribiendo así de mal...
- (...)

Después de hacerle ver que lleva menos años escribiendo que sin escribir, que está empezando a todo y, en definitiva, un diálogo asombroso acerca de la esperanza de vida de un hombre, los problemas de la resignación y las posibilidades y probabilidades de mejorar la caligrafía a lo largo de toda una vida... al alejarme, mientras me reía bajito, oigo que dice a mi espalda:

- Entonces, profe, ¿crees que a mi edad esto tiene solución?

lunes, 12 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y DOS



Edimburgo.

Cosas "ciudadiles" que sorprenden (y no aparecen en las guías):

- Marquesinas autobuses: están al revés. No al revés de abajo a arriba, sino al revés de izquierda a derecha. Están hechas con la cabeza, de forma que, los coches, al pasar, no pueden mojarte.
- En las casas no hay cortinas. O no las usan. Ambas cosas son muy raras.
- Escoceses simpáticos, agradables, hospitalarios. No siempre esperan que pronuncies todo perfectamente.
- El traje escocés se llama kilt. Esto sí aparece en las guías. Y las tiendas que lo venden se llaman "Formal menswear". ¿A que mola?
- No hay un solo kilt, sino tantos como clanes hay en Escocia. Y eso significa "muchos, muchos". A cascoporro.
- En un primer paseo, parece que el mal de la globalización no ha llegado aún o no se ha completado (la ciudad conserva sus particularidades), pero hay una querencia generalizada, y extraña, por lo exótico: especialmente lo oriental. Escribo en un bar-café muy majo, moderno, pero junto a un tigre de porcelana, por ejemplo.
- Hay gente rara que habla español. Sin ser ellos nada de eso.
- Todo el rato parece que estemos dentro de un episodio de Little Britain. O en alguno de Fly with me.
- No sé qué pasa que lo veo todo a cuadros.
- Hemos visto judíos ortodoxos. Son siniestros. Sinistra people.
- También hay mucho turbante.
- Aquí la gente se reúne en todo tipo de cafés llamados por sus nombres favoritos para alienarse: "Youth cafe, Quaker cafe, Homeless cafe, Charity cafe"... Hay gente pa tó.
- Aquí hay cuáqueros. Parece un tipo de ánade, pero son seres que forman parte de una doctrina religiosa.



- Aquí hay mucha caridad o, al menos, obras de caridad.
- Mucha mayor conciencia hacia las personas sin recursos.
- Sólo hemos visto dos vagabundos.
- Quizá por eso haya mucha mayor conciencia...
- Polidori está harto de tener que mear en "abrevaderos", pues así son los baños masculinos.
- Innes no sabía qué excusa poner para cagarse en la St.Gilles Cathedral. Pero ha sido culpa de los italianos. Que por otro lado... ¿no va el Papa a cagarse a Madrid?
- Sólo hemos visto un Starbucks. Sólo un Pollo Frito (léase Kentucky Fried Chicken). Ningún McDonald´s . Los habrá, pero no se ven. Lo cual está muy bien pensado y se agradece.
- Misterio: ¿existe el café con leche en Escocia? No lo sabemos. Por el momento, cuando lo pides te miran con cara rara, rara, rara.
- En Edimburgo hay un castillo. Esto viene en las guías. Cierra pronto. Esto no viene en las guías.
- ¿Qué clima hace en la ciudad? Es evidente que el quieras. Hay chicas con abrigo y botas con borreguito, y chicas con vestido de verano y sandalias.
- A veces estas chicas van juntas.



- Tía, ¿qué te vas a poner hoy?
- Humm, el jersey de cuello vuelto, las medias tupidas y las botas para la nieve.
- Ah, qué guay, pues yo el vestido de tirantes y las sandalias romanas.
- Guay. Pero cógete un chal por si hace fresquito. ¿A las doce para comer?
- Venga.

- Hemos visto un tipo vestido de invierno riguroso de tobillo para arriba (anorak incluido) y chanclas de goma.
- Nuestro nivel de diálogo absurdo se perfecciona:

"- Messy es un macarra.
- ¿"Messy"? Messy es desordenado...
- Y macarra...".

- En la Catedral nos han dado una mini-guía en catalán. Aquí somos una minoría étnica protegida.
- Y atención, atención: en un pub bebiendo Guinness, la tele retransmite un partido de fútbol Madrid-Barça y... los lugareños van con el Barça. º_º. Sí, cabrones, sí, reconozco que me hizo ilusión. Poquita, eso sí, pero esbocé una leve sonrisa en la cara y pronuncié algo así como "of course"...
- Si quieres cenar, hazlo antes de las nueve y media de la noche. A partir de esa hora te miran como te mirarían en España si quieres cenar a la una o las dos de la mañana.
- El Festival de Teatro Internacional no hemos podido disfrutarlo porque no asistimos a ninguna representación en el teatro; pero el Fringe (el festival callejero) nos ha gustado mucho. Las compañías teatrales se exhiben como mejor saben en la Royal Mile, y creedme que algunas de las exhibiciones eran muy originales y creativas. Me parece una forma genial de promocionarse: durante la breve actuación repartían tarjetas y te explicaban dónde y cuándo actuaban. Todo tipo de teatro, para todo tipo de público.

- Edimburgo es una ciudad bonita, agradable, acogedora. Maravillosa, en conclusión.

Otro día hago un especial de cementerios escoceses.

Las fotos, gentileza de Polidori.

Las fotos, al completo, aquí. Y aquí. Y aquí. Son maravillosas, ya lo aviso.